El doctor Shinya, que lleva cuatro décadas practicando la medicina, considera este libro la culminación del trabajo de su vida.
Su mujer murió, según reconoció el propio Shinya: "Antes de que (yo) supiera lo suficiente para ayudarla". Con los dos hijos que le dejó, la niña y un niño que nació después, las cosas fueron mejor. El niño sufría una inflamación de colon y la niña, una dermatitis atópica que Shinya nunca había visto en su país. Ambas enfermedades desparecieron cuando el padre hizo desaparecer la leche de vaca de sus comidas.
"Comencé a entender lo vital que es la dieta parar nuestra salud. Esto sucedió hace más de 50 años, y desde entonces he examinado el estómago y colon, al igual que las historias alimenticias de más de 300.000 pacientes", cuenta Shinya en el prefacio del libro, publicado por primera vez en japonés en 2005.
También constata cómo en Estados Unidos han descendido desde 1990 las muertes por cáncer. La razón es para él la mejora de los hábitos alimenticios a partir del informe McGovern de 1977. Y al contrario, la salud de los japoneses ha empeorado desde que en el siglo XX se importaron costumbres occidentales como beber leche de vaca.
De esas experiencias y de los diálogos mantenidos con sus pacientes, ha extraídos unas conclusiones que presenta de forma muy clara y sencilla en La enzima prodigiosa. La obra, convertida en un bestseller ha vendido ya más de dos millones de ejemplares en todo el mundo, y ha sido recomendada fervientemente por iconos de la comunicación, también aquí en España, donde Aguilar ha publicado el libro en español.
La enzima, fuente de la vida
"Contamos con más 5.000 enzimas en el cuerpo humano que desencadenen tal vez, 25.000 reacciones diferentes", explica el doctor Shinya en las primeras páginas de su tratado. Y añade que cada acción de nuestro cuerpo está controlada por enzimas, aunque se sepa, a día de hoy, poco de ellas."Pienso", sostiene, "que creamos todas estas enzimas a partir de una enzima madre o basal, la cual es más o menos limitada en nuestro cuerpo. Si agotamos esas enzimas madre "no serán suficientes para reparar las células, por lo cual, con el tiempo, se desarrollarán enfermedades como el cáncer y otros padecimientos degenerativos", concluye.
Esta que hemos descrito sería básicamente la teoría de la enzima prodigiosa que ha desarrollado este doctor que atiende a los miembros de la familia real y altos funcionarios de Japón.
La dieta prodigiosa
La dieta o estilo de vida que aconseja Shinya debe estar basada en alimentos que contengan muchas enzimas (alimentos buenos). Los mejores alimentos son los que "crecen en una tierra fértil, rica en minerales, sin uso de agroquímicos y fertilizantes" , y que se comen "inmediatamente después de ser cosechados"."Cuantos más frescas sean las verduras, frutas, carnes y pescados más enzimas tendrán". Y en cuanto al cocinado, Shinya no lo prohíbe pero sí recomienda no utilizar altas temperaturas que fulminarían las enzimas.
Otro ingrediente básico en una dieta sana, sería según este libro, la llamada "agua buena" que evidentemente no es la del grifo, sino la mineral o la tratada. El médico japonés confiesa que él bebe tres vasos al despertarse, otros tres vasos una hora antes de las comidas y dos una hora antes de irse a la cama.
Prohíbe absolutamente la leche y más aún la margarina ("tírala, si la tienes en la nevera") por razones un tanto complejas que explica en el libro. En cuanto a lo que sí podemos comer, debe distribuirse del siguiente modo:
- Del 85 al 90% de alimentos vegetales.
- Del 10 al 15% de proteínas animales (mejor pescado que carne y mejor pescados pequeños porque los grandes contienen mercurio).
Y por último, pero no menos importante, masticar cada bocado de 30 a 70 veces. Ayuda a la absorción eficiente de la comida, nos sacia antes, y en definitiva, evita comer en exceso.
JON BANDRÉS